La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) ha realizado un estudio cualitativo sobre el uso y la confianza en España en las terapias sin evidencia científica, entre las que se encuentran la homeopatía, la acupuntura, la fitoterapia, el reiki o las flores de Bach, con el objetivo de comprender mejor las perspectivas de los usuarios de estos tratamientos e identificar discursos, actitudes, motivaciones y tendencias de su uso.
El trabajo se llevó a cabo durante 2020 a través de diez entrevistas personales y ocho grupos de discusión. En total, participaron 66 hombres y mujeres residentes en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla con edades comprendidas entre los 28 y los 70 años, de diferentes clases sociales y oficios y consumidores habituales u ocasionales de pseudoterapias y otras prácticas.
El estudio revela que entre los sectores sociales interesados y consumidores de terapias pseudocientíficas -se catalogan así ya que no pueden ser validadas por el método científico- no existe un discurso general contrario hacia la ciencia y la medicina convencional. De hecho, la opinión mayoritaria de las personas entrevistadas es que en caso de enfermedad grave recurrirían a los servicios sanitarios como primera opción. En general, estos tratamientos sin evidencia científica se conciben como un complemento.
Los usuarios de estos tratamientos sin base científica piensan que la medicina actual está corrompida por los intereses de las grandes farmacéuticas y se ha vuelto excesivamente técnica, industrializada (química) y desligada de las necesidades humanas. Por ello, demandan un mayor diálogo entre sanitario y paciente ya que consideran que algunos de los problemas de la sanidad actual son la masificación, con profesionales desbordados, falta de atención y listas de espera. También muestran preocupación por el consumo excesivo de fármacos para combatir las distintas enfermedades, lo que les lleva a la búsqueda de opciones más “naturales” que perciben como más saludables.
Muchos entrevistados expresan el derecho a elegir cómo afrontar la enfermedad y así dejar de ser un paciente pasivo tradicional para convertirse en un sujeto activo que participa en el proceso de curación. La vía de acceso más común al uso de estas terapias es el “boca a boca” (consejos de conocidos, compañeros de trabajo, amigos e incluso médicos, fisioterapeutas y farmacéuticos), seguida de los libros especializados e internet.
Desde una perspectiva sociológica, una mayor incorporación de algunas de sus reclamaciones en la medicina con base científica (más tiempo por consulta, un trato más integral no solo enfocado al síntoma y una reducción de la medicalización del tratamiento) podrían incidir en mayor confianza social en los tratamientos de salud basados en la evidencia y, en general, en el sistema nacional de salud. Esto ayudaría a evitar las consecuencias socio-sanitarias negativas que tiene el consumo de este tipo de terapias.